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Reservas y FMI: el Gobierno arma un cronograma de compras del BCRA

El Gobierno nacional trabaja en un cronograma de compras de reservas por parte del Banco Central con el objetivo de cumplir los compromisos asumidos con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y dar una señal de previsibilidad al mercado cambiario. La idea es establecer una pauta de acumulación de divisas clara y acotada, que evite sobresaltos en la cotización de los dólares financieros y que al mismo tiempo permita reforzar el colchón de reservas en la antesala de un calendario de vencimientos exigente.

Según dejaron trascender fuentes oficiales y del sector financiero, el esquema en estudio apunta a fijar montos y frecuencias de intervención preanunciadas en el mercado, de manera tal que los operadores conozcan de antemano el ritmo al que el Banco Central buscará recomprar divisas. La discusión incluye variables como el nivel de reservas netas, la estacionalidad de la oferta de dólares comerciales y los límites que el propio acuerdo con el FMI impone sobre la intervención cambiaria.

La preocupación de fondo es evitar que los movimientos del Banco Central se interpreten como señales de estrés o como cambios abruptos en la estrategia cambiaria. En el pasado reciente, compras o ventas de dólares de magnitud generaron reacciones inmediatas en las cotizaciones paralelas y en el riesgo país. Por eso, el equipo económico busca ahora un esquema más previsible, que combine cierta flexibilidad para actuar ante shocks externos con una hoja de ruta que reduzca la incertidumbre diaria de bancos, fondos y empresas.

En los despachos oficiales insisten en que la prioridad sigue siendo sostener la desinflación y anclar las expectativas. En ese marco, el cronograma de compras de reservas se presenta como una herramienta complementaria de la política monetaria y fiscal. El argumento es que un Banco Central con reservas más robustas está mejor preparado para enfrentar episodios de volatilidad, lo que a su vez reduce la necesidad de medidas de emergencia que puedan tener costo político o económico.

El debate sobre cómo y cuánto intervenir en el mercado cambiario está también atravesado por las exigencias del FMI, que monitoriza de cerca el desempeño de las reservas y el cumplimiento de las metas acordadas. El organismo promueve en general esquemas de flotación administrada, donde el Banco Central tiene capacidad de actuar para suavizar movimientos desordenados, pero sin asumir un compromiso de tipo de cambio fijo. Dentro de ese marco, un plan de compras pautado busca compatibilizar la necesidad de acumular divisas con las reglas del programa.

Los analistas locales advierten que el punto delicado será el equilibrio entre la recomposición de las reservas y el impacto que esa demanda adicional de dólares pueda tener sobre las cotizaciones. Si el Banco Central compra demasiado en un contexto de oferta limitada, podría convalidar subas en los dólares financieros, con efectos sobre los precios internos y las expectativas inflacionarias. Por eso, varios especialistas señalan que el cronograma será creíble en la medida en que se apoye en un flujo genuino de divisas, ya sea por exportaciones o por el acceso ordenado a los mercados.

En paralelo, el Ministerio de Economía trabaja en alternativas para enfrentar los fuertes vencimientos de deuda en moneda extranjera previstos para el comienzo del año próximo. Entre las opciones en análisis aparece la posibilidad de mejorar el acceso a financiamiento en los mercados locales, avanzar en canjes voluntarios y profundizar acuerdos con organismos multilaterales. La acumulación de reservas mediante un cronograma previsible se considera una pieza clave de ese rompecabezas, porque ayuda a reducir el riesgo país y mejorar las condiciones de crédito.

Desde el sector privado, bancos y sociedades de bolsa siguen de cerca las señales oficiales. Operadores consultados apuntan que un plan de compras explícito puede contribuir a ordenar el comportamiento del mercado, siempre que no se convierta en un piso garantizado para el precio del dólar financiero. También remarcan que la coordinación entre el Banco Central y el Tesoro será determinante: si en simultáneo se aceleran las colocaciones de deuda en pesos o en dólares, la reacción de los inversores dependerá de la confianza que genere el conjunto del programa económico.

Para los ahorristas y las empresas que se mueven en el mercado cambiario, la discusión no es abstracta. Cada anuncio vinculado a las reservas y a la relación con el FMI tiene impacto en las decisiones cotidianas de ahorro, inversión e importación. Un esquema de intervención previsible podría ayudar a reducir los saltos bruscos en las cotizaciones, mientras que la falta de definiciones claras alimenta la búsqueda de cobertura en dólares y complica la planificación de quienes dependen de insumos importados o de ventas al exterior.

En ese contexto, el cronograma de compras de reservas que el Gobierno termine de delinear será una señal más de cómo piensa administrar la transición hacia una economía con menos controles y mayor apertura financiera. El desafío es evitar que la búsqueda de dólares para cumplir con el FMI y reforzar el balance del Banco Central termine recalentando el mercado cambiario interno. La forma en que se resuelva esa tensión marcará el pulso de las próximas semanas en la economía argentina.

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