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El Gobierno evalúa eliminar el impuesto interno a los autos de lujo desde enero

El Gobierno nacional evalúa avanzar con la eliminación del impuesto interno que hoy recae sobre los autos de alta gama y que encarece una parte del parque automotor cero kilómetro. La medida se analiza como parte de un paquete tributario más amplio que el Poder Ejecutivo buscaría incluir dentro del temario de sesiones extraordinarias del Congreso, con el objetivo de enviar una señal a la industria automotriz y al mercado de consumo de bienes durables.

De acuerdo con fuentes del sector consultadas por medios especializados, la idea oficial es derogar el esquema vigente para los vehículos que superan ciertos valores de referencia, lo que en la práctica significaría una reducción importante de los precios finales en dólares de esas unidades. Los cálculos preliminares que circulan entre concesionarias y terminales indican que, en algunos modelos, el impacto podría ubicarse en un recorte de varios miles de dólares sobre el valor actual de lista, modificando por completo la estructura de la oferta en el segmento premium.

El impuesto interno a los autos de mayor precio funciona desde hace años como una suerte de filtro fiscal que grava a los vehículos por encima de determinados umbrales. En la práctica, esa carga se traslada al consumidor y genera escalones bruscos en la grilla de valores, lo que lleva a las automotrices a ajustar equipamientos o posicionamiento para evitar saltos de categoría. Con la eliminación del tributo, tanto fabricantes como importadores tendrían más margen para armar su portafolio sin el condicionamiento de esa barrera impositiva.

Para la Casa Rosada, la discusión se inscribe en una agenda más amplia de cambios en la estructura tributaria, que apunta a reducir ciertos gravámenes distorsivos y, al mismo tiempo, ordenar el esquema de alícuotas en otros frentes. La eliminación del impuesto interno a los autos de lujo sería presentada como un gesto hacia la previsibilidad del negocio automotor y como un incentivo para recuperar niveles de venta en un año atravesado por la cautela de los consumidores y por la volatilidad cambiaria.

No obstante, la iniciativa genera matices dentro del propio oficialismo y despierta objeciones en sectores de la oposición, que señalan el costo fiscal de la medida y cuestionan la prioridad de un alivio concentrado en segmentos de alto poder adquisitivo. Desde esa perspectiva, el debate pasa por definir si la renuncia a la recaudación que hoy aporta el impuesto se compensa con una mayor actividad económica y con el efecto derrame sobre la cadena de autopartes, logística y servicios vinculados al mercado automotor.

En las terminales radicadas en el país, la posibilidad de una baja de impuestos se observa con interés, aunque los ejecutivos evitan hacer anuncios prematuros hasta que el proyecto no se traduzca en una norma concreta. De todos modos, en el sector coinciden en que un escenario de precios más competitivos podría reactivar la demanda de modelos que en los últimos meses se vieron desplazados por versiones de menor valor para evitar el salto impositivo.

Las concesionarias, por su parte, ya comenzaron a recalcular estrategias comerciales en función de los distintos escenarios posibles. Algunos operadores advierten que, si la eliminación del impuesto se confirma para el inicio del próximo año, muchos clientes podrían postergar decisiones de compra a la espera de nuevos listados. Otros consideran que el anuncio podría funcionar como disparador para operaciones acordadas hoy con entrega y facturación adaptadas a los cambios tributarios que se aprueben en el Congreso.

Más allá del efecto puntual sobre los autos de alta gama, la discusión vuelve a poner en el centro el debate sobre la carga impositiva que pesa sobre el consumo y la producción en la Argentina. Especialistas en temas fiscales subrayan que la presión tributaria sobre bienes durables es una de las más altas de la región y que la combinación de impuestos nacionales, provinciales y municipales termina encareciendo la inversión en vehículos, maquinaria y equipamiento productivo.

En ese contexto, el tratamiento parlamentario del paquete tributario será una prueba para medir la disposición de las distintas fuerzas políticas a acompañar cambios que, en el corto plazo, implican resignar ingresos fiscales en un marco de restricciones presupuestarias. El oficialismo apuesta a que una rebaja de impuestos focalizada en sectores clave de la economía pueda traducirse en mayores niveles de actividad, empleo y recaudación por otras vías, como IVA y Ganancias.

Mientras se ultiman los borradores de los proyectos que llegarán al Congreso, el mercado automotor sigue de cerca cada señal sobre el futuro del impuesto interno. Para los distintos actores del sector, la clave estará en la letra chica de la iniciativa: cuáles serán los umbrales de aplicación que se deroguen, cómo quedarán definidas las categorías de vehículos alcanzados y qué calendario de entrada en vigencia se establecerá. De esas definiciones dependerá el impacto final sobre los precios, las ventas y la recaudación vinculada a uno de los rubros más relevantes de la industria manufacturera argentina.

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