Un nuevo relevamiento de opinión pública a nivel nacional mostró que el presidente Javier Milei llega al final de su segundo año de mandato con una imagen positiva cercana a la mitad del electorado. El estudio confirma que, pese al clima económico y social exigente, el oficialismo sostiene un núcleo de respaldo relevante, mientras se mantiene una fuerte polarización entre quienes valoran positivamente el rumbo del Gobierno y quienes lo rechazan.

Según la encuesta, la evaluación sobre la figura presidencial se encuentra prácticamente dividida en partes iguales entre opiniones favorables y negativas. El porcentaje de imagen positiva ronda el 49 por ciento, mientras que la valoración negativa se ubica apenas por encima de ese nivel. La diferencia se inscribe dentro del margen de error del sondeo, lo que consolida un escenario de fuerte paridad en la percepción social, lejos tanto de un consenso amplio como de un rechazo abrumador.

El trabajo de campo se realizó sobre una muestra representativa de casi dos mil personas adultas de todo el país, contactadas a través de entrevistas telefónicas y en línea. El estudio releva no solo la imagen presidencial, sino también la del resto del elenco político nacional y las expectativas de la población respecto de la economía, el empleo, la inflación y la seguridad. La fotografía general que surge es la de una sociedad fragmentada, pero con un piso de apoyo al oficialismo que se mantiene más alto que el que registraban administraciones anteriores en una etapa similar de gestión.

Uno de los datos que destacan los analistas es la comparación histórica: los niveles de aprobación que exhibe hoy el Gobierno se encuentran por encima de los que registraban, en el mismo punto del mandato, las presidencias anteriores. Esa brecha se explica, en parte, por la fuerte identificación de una porción del electorado con el discurso de cambio estructural y reducción del Estado que impulsa la actual administración, pero también por la ausencia de una alternativa opositora claramente dominante que capitalice el descontento de quienes están insatisfechos con la marcha de la economía.

En el desagregado por género, el sondeo vuelve a exhibir una brecha marcada: el apoyo al Presidente es considerablemente más alto entre los hombres que entre las mujeres. Mientras que una mayoría de varones mantiene una valoración favorable de la gestión, entre las mujeres predomina una mirada crítica, con una proporción mayor de respuestas negativas que positivas. Esa diferencia de percepción se viene observando de manera sostenida en los estudios de opinión y aparece vinculada, entre otros factores, a la agenda económica, los cambios en materia de protección social y las políticas de seguridad.

También se registra una fuerte segmentación por nivel socioeconómico y por región. En los grandes centros urbanos del interior y en algunas zonas del corredor agroexportador, el apoyo a la gestión se mantiene por encima del promedio nacional, en parte asociado a la expectativa de reformas que impulsen la inversión y las exportaciones. En el conurbano bonaerense y en las provincias con mayores niveles de pobreza, en cambio, prevalece una mirada más crítica, atravesada por la pérdida de poder adquisitivo, el impacto de la inflación acumulada y la reducción de ciertos programas de asistencia.

La encuesta indaga además en la percepción sobre otros referentes políticos. Entre las figuras oficialistas, el Presidente conserva los mejores niveles de imagen, seguido por integrantes clave del gabinete económico y del área de seguridad. En el terreno opositor, los gobernadores y algunos dirigentes con perfil moderado encabezan las preferencias, aunque ninguno logra consolidar por sí solo una mayoría clara. En ese contexto, el tablero político aparece ordenado alrededor de un oficialismo que conserva un liderazgo nítido en la escena nacional, enfrentado a una oposición dispersa en varias expresiones.

Las expectativas para el próximo año muestran un escenario de cauteloso escepticismo. Una porción de la población confía en que las reformas en curso permitirán una mejora gradual de la economía, en particular en materia de inflación y empleo, pero un porcentaje similar cree que la situación puede empeorar o mantenerse sin cambios. Esa percepción cruzada se traduce en una suerte de “empate anímico”: no hay un optimismo dominante, pero tampoco un clima de derrota generalizada que erosione completamente el apoyo al Gobierno.

Entre los principales motivos de respaldo a la gestión, los consultados mencionan la promesa de orden fiscal, la reducción del déficit y la idea de que, aun con costos, se está intentando modificar un modelo económico que muchos consideran agotado. Entre los argumentos de quienes se muestran críticos, en cambio, se destacan la caída del poder adquisitivo, el aumento del costo de vida, el ajuste sobre los sectores más vulnerables y la percepción de que las mejoras macroeconómicas todavía no se traducen en alivio concreto para la mayoría de los hogares.

En el plano político, la consolidación de un nivel de apoyo cercano al 50 por ciento refuerza la posición del oficialismo de cara a las próximas discusiones legislativas. La Casa Rosada buscará capitalizar este respaldo relativo para avanzar con proyectos considerados estratégicos, como nuevas reformas económicas, cambios en el esquema impositivo y eventuales modificaciones en el mercado laboral. Al mismo tiempo, la encuesta muestra que una proporción relevante de la ciudadanía demanda acuerdos más amplios entre el Gobierno y sectores de la oposición para darle previsibilidad al rumbo del país.

Los resultados del relevamiento dejan, así, una conclusión central: el Gobierno llega al final del año con un nivel de apoyo que, aunque lejos de los picos iniciales de popularidad, sigue siendo competitivo y le permite sostener la iniciativa política. El desafío será convertir ese respaldo en una mejora tangible de las condiciones de vida y en una agenda de consensos que reduzca la polarización y reconstruya confianza en las instituciones. De la evolución de esos indicadores dependerá, en buena medida, el clima social y político de los próximos meses.