El presidente Javier Milei volvió a elegir un auditorio de empresarios, banqueros y analistas financieros para ratificar el rumbo económico de su gobierno y enviar un mensaje político de largo plazo. En el Encuentro de Líderes organizado en el predio de La Rural, el mandatario defendió el programa de ajuste y estabilización, reivindicó la política de emisión monetaria cero y aseguró que su continuidad en el poder dependerá de los resultados concretos que perciba la sociedad argentina.
Durante más de una hora de exposición, Milei repasó los primeros meses de gestión, que describió como una etapa de emergencia marcada por la prioridad de frenar la inflación y ordenar las cuentas públicas. Sostuvo que el congelamiento de la emisión del Banco Central y el recorte del déficit fueron condiciones necesarias para evitar una crisis mayor y que el impacto inicial sobre la actividad y los ingresos forma parte de un proceso de corrección que, según su diagnóstico, ya estaría entrando en una fase más estable.
El Presidente buscó transmitir que la estrategia oficial atraviesa un punto de inflexión: afirmó que la etapa de estabilización estaría cerca de concluir y que se abre ahora un capítulo orientado al crecimiento. En ese marco, destacó la baja gradual de la inflación y el comportamiento del tipo de cambio como señales de que el programa económico comienza a consolidarse, aunque reconoció que buena parte de la población todavía no observa una mejora en su vida cotidiana.
Frente al auditorio, Milei insistió en que no modificará los pilares de su plan aun frente a las críticas por la caída del consumo y de la producción. Planteó que ceder en el sendero fiscal o volver a utilizar la emisión como instrumento de financiamiento implicaría repetir errores que llevaron a la Argentina a crisis recurrentes. Por eso, defendió el equilibrio de las cuentas públicas como una meta incuestionable y lo presentó como la base sobre la cual, más adelante, podrán reducirse impuestos y desregularse nuevos sectores de la economía.
Una de las definiciones más comentadas de la jornada fue su referencia directa a la reelección presidencial. Sin mencionar fechas ni campañas, el mandatario sostuvo que su continuidad no puede pensarse como un derecho adquirido, sino como el resultado de un contrato con la ciudadanía. Explicó que, si al final del mandato la sociedad considera que el programa fracasó, debería elegir a otro dirigente, y que, en caso de mostrar resultados palpables en materia de inflación, crecimiento y empleo, recién entonces tendría sentido discutir una eventual renovación.
La audiencia, integrada por ejecutivos de grandes empresas, representantes del sector financiero y referentes del mundo tecnológico, siguió con atención la exposición y dejó ver una combinación de respaldo y preocupación. Por un lado, varios de los asistentes valoran que el Gobierno mantenga un discurso consistente sobre la importancia de la disciplina fiscal y la apertura económica. Por otro, persisten dudas acerca de la velocidad con la que llegará la recuperación y del impacto social que pueda generar la prolongación del ajuste.
Un foco de inquietud recurrente entre los empresarios es la debilidad del consumo interno. En los pasillos de La Rural se escucharon comentarios sobre la caída en las ventas en rubros como el comercio minorista, los servicios y la construcción privada, así como las dificultades para financiar proyectos de inversión. Si bien el entorno financiero se muestra algo más ordenado y los activos argentinos registraron una recuperación, muchos ejecutivos consideran que la señal decisiva será la reactivación de la demanda y la mejora del salario real.
En su discurso, Milei buscó responder a esas preocupaciones con una narrativa que combina diagnóstico y promesa. Afirmó que el costo social del ajuste sería mayor si el Gobierno se apartara del objetivo de eliminar el déficit, porque eso implicaría más inflación y pérdida de confianza. Frente a esa alternativa, defendió la estrategia de soportar un período acotado de recesión para, a partir de allí, construir un ciclo de expansión más sólido, basado en reglas previsibles, contratos respetados y un sistema tributario que, con el tiempo, reduzca la carga sobre el sector productivo.
El Presidente también aprovechó el encuentro para marcar diferencias con economistas y dirigentes opositores que cuestionan el esquema cambiario y la corrección de precios relativos. Frente a las advertencias sobre un posible atraso del tipo de cambio, sostuvo que los análisis que se enfocan solo en esa variable son incompletos si no consideran el contexto de caída de la inflación, recomposición de reservas y apertura paulatina de los controles. En su visión, el ancla cambiaria es parte de la estrategia para anclar expectativas y evitar saltos bruscos que vuelvan a desordenar la economía.
Más allá de las definiciones técnicas, el mensaje político de la presentación estuvo centrado en la idea de responsabilidad frente al electorado y de continuidad condicionada a los resultados. Ante empresarios acostumbrados a medir riesgos y horizontes de inversión, Milei insistió en que el Gobierno no busca atarse al poder, sino demostrar que un programa de estabilización profundo puede sostenerse sin atajos. Esa definición, que apunta tanto hacia dentro de la coalición oficialista como hacia la oposición, deja planteado un escenario en el que el desempeño económico de los próximos meses será determinante.
El encuentro en La Rural se inscribe en una secuencia más amplia de conversaciones entre el Gobierno y los actores económicos, que incluye reuniones con industriales, banqueros y representantes de las provincias. Para el oficialismo, estos foros funcionan como espacios clave para construir apoyo político al programa y, al mismo tiempo, para tomar nota de las restricciones que impone la realidad productiva. Para el sector privado, en cambio, son oportunidades para expresar inquietudes, reclamar previsibilidad regulatoria y evaluar si el rumbo que el Ejecutivo promete consolidar se traduce efectivamente en condiciones de negocios más favorables.